Estar en una relación, requiere sacrificios. Hay que compartir la cama, hacer espacio que no tenemos en el clóset — para la ropa del otro— dividir el día de Navidad entre tu familia y la de él y todos los demás “ajustes” normales y esperables si se quiere vivir de a dos.
Sin embargo, hay sacrificios que requieren que dejemos de lado quienes somos, nuestras ilusiones, proyectos, gustos, placeres, hábitos, necesidades y mañas en pro de tener una relación. Estos son los peligrosos, porque en vez de construir la relación, son sólo una bomba de tiempo a punto de destruirla.
Hay tres características básicas que nos ayudan a diferenciar los sacrificios esperables y los peligrosos:
1. No son resultado de ninguna negociación: Cuidado con los sacrificios que has decidido hace vos solita, en tu dialogo interior. Así, si para él las vacaciones no son vacaciones sino es en la playa y vos odias la arena y has optado por callarte, poner buena cara y ahora tenés años maldiciendo los feriados y sintiendo esta decisión como “la cruz” que cargás por él, por la relación, para no pelear, estas cometiendo un grave error. Es vital que logrés exponer tu punto de vista y logren un punto medio en todos los temas en que has dicho “lo que vos querrás amor” y ahora te pesan. Esta renegociación, tiene que ser fomentada por vos, porque tu pareja cree que el acuerdo se logró hace bastante.
2. Te resienten: Si cada vez que vas a la playa que odias en secreto, le guardás “la factura” y esperás de él un sacrificio similar y ha surgido o está a punto de surgir el tema como reproche en la siguiente pelea, te estás sacrificando de más. Sos vos la que se ha sacrificado de gratis, no el malvado que te hace sufrir. Tarde o temprano va a salir el reproche o vas a querer cobrar una factura por algo que nadie te pidió. El día que salga la verdad, civilizadamente o en algún pleito, invariablemente, tu pareja lo va a recibir como un golpe bajo, como un “creí que estábamos de acuerdo”. Mejor hablarlo lo más pronto posible y renegociar los términos de su relación.
3. Te anulan: Si te sacrificas “por la pareja” te estás olvidando que lo más trascendente de la pareja son las personas que la componen. Y lo que te hace quien sos son tus ilusiones, tus proyectos, tus gustos, tus placeres grandes y pequeños, tus hábitos, tus necesidades afectivas, laborales, tus mañas. Si dejás esto de lado por la pareja, “para no pelear, para darle gusto”, te empezás a perder a vos misma en los vericuetos de la relación. Empezás a vivir a través de la otra persona. Llega al punto en que de verdad no te importa, no tenés una preferencia. Si todo te da igual y se hace “lo que vos querrás” sin problema, ya te perdiste, te hiciste uno con tu compañero y por tanto, la pareja ya no existe.
El problema con este tipo de sacrificios es que le hacen más mal que bien a las relaciones porque al final, de una forma u otra las destruyen. Puede ser que las destruyan porque fomentan los reproches y el cobro de una factura por cosas que la otra persona no pidió y que por lo tanto considera injustas o porque uno de los miembros de la pareja se anula tanto que deja de contar y por tanto la pareja de existir.
En vez del sacrificio, opta por la negociación y la defensa de tu espacio en la relación. Puede que cree algunos roces en la relación, pero si pueden llegar a un punto que los satisfaga a ambos, la relación se verá fortalecida.