El embarazo y su consecuencia, convertirnos en padres, es uno de los eventos más trascendentales de la vida de las personas porque cambia la vida.
Por su parte, la adolescencia es el período de la vida cuando se dan los cambios más importantes en la vida de las personas, dejamos de ser niños y empezamos a tener un papel mucho más protagonista en la construcción del futuro adulto que seremos.
Cuando éstos dos eventos, el embarazo y la adolescencia se juntan, el evento se vuelve traumático, especialmente cuando para colmo, es no esperado. En estos casos, 1 de cada 4 embarazos en nuestro país, las consecuencias para los jóvenes son:
1. El susto: Se da especialmente cuando se ha tenido relaciones sexuales desprotegidas sin pensar en las consecuencias que éstas pueden tener. La reacción en el caso de hombre y mujeres son distintas, especialmente porque se cría a hombres y mujeres distinto y con diferentes expectativas para ambos
- En ellos lo primero que surge es echarle la culpa a ella de que no se cuido. Es menos común que a los hombres se les enseñe a tomar responsabilidades, en ningún sentido, mucho menos en el tema de la reproducción. Un hombre se puede poner perfectamente un condón si no quiere convertirse en padre, pero en la mayoría de los casos deciden cómodamente dejar la decisión de si evitar el embarazo y el cómo hacerlo, a la mujer.
- En ellas, por el contrario, la culpa por no haberse cuidado. Como que fueran las únicas responsables.
2. El miedo paralizante de la reacción de las familias de ambos. Desde ese miedo todo lo que piense y haga es un disparate, porque el miedo nos hace reaccionar de formas que no son las mejores para nosotros mismos ni para los otros individuos involucrados.
Lo primero que se piensa es en lo que me dirán o harán mis padres. Y generalmente, es peor lo que a mí se me ocurre de cómo van a reaccionar que en realidad cómo reaccionan.
Este miedo es más real y duradero en las mujeres que en los hombres porque, lamentablemente, no hay muchas consecuencias para los hombres y muchos menos cuando se desentienden. Esto es inversamente proporcional para la mujer. Todo es peor cuando el hombre se desentiende.
3. La marginación: Nuevamente, en el caso de la mujer y si pertenece a los estratos más bajos de la sociedad, es peor porque es marginada en las unidades de salud, juzgada, muchos colegios públicos y privados las expulsan por ser “un mal ejemplo”, son castigadas constantemente, les echan en cara lo que hicieron y las amigas se retiran por que los padres de ellas ya no están de acuerdo con la amistad o porque sencillamente ya no se tienen los mismos intereses. Todo esto hace que las niñas se sientan disminuidas, que valen menos como personas.
4. La carga se incrementa porque la joven deja de vivir la etapa que le corresponde, la tarea normal de la adolescencia, para asumir las responsabilidades de una mujer. Algo para lo que no está lista. Esta vivencia a veces es más fuerte que otras.
En el caso de los jóvenes, incluso si asumen, se les considera meros acompañantes.
5. El juicio de otros: Especialmente perjudicial es el percibir que los novios que tenga más adelante no la respetan o no la toman en serio porque ya estuvo embarazada y porque ya tiene un hijo.
6. La reacción de los padres ante el nacimiento del niño: En algunos casos los padres adoptan oficialmente a los nietos para esconder que a su hija le paso eso. En otros, las otras mujeres de la familia están siempre diciendo como se tiene que hacer entonces lo que a la muchacha le gustaría o como ella cree que se tiene que criar no pasa.
Entonces, ¿qué hacer? Algunas sugerencias incluyen:
Para los jóvenes:
- Aceptar la responsabilidad que uno tiene por no haber valorado lo que podía pasar. La responsabilidad y no la culpa, me ayuda a que ambos podamos aprender acuidarnos y a establecer la relación directa entre sexo sin protección y un posible embarazo.
En el caso de las parejas, tener claro que una cosa es tomar la responsabilidad y otra emparejarse para vivir en un infierno.
- Buscar ayuda: Cuando ya se sabe la noticia, en el momento quedarse quieto pero luego buscar ayuda en los padres, en profesionales o en centros de ayuda para jóvenes donde se pueda dar el acompañamiento que se necesita para superar el trauma del embarazo no esperado y no deseado y la elaboración de todos los duelos, pérdidas y situaciones dolorosas que va enfrentando durante y después del embarazo.
- Tener un plan de acción: Asimismo, especialmente la joven necesita ayuda para poder armar un plan de acción para seguir caminando en la vida, ya sea sola o acompañada, en estas nuevas circunstancias.
Para los padres:
- Si no te ha pasado: Estar más pendiente de los hijos porque a mayor relación con los hijos, menos pasan esas cosas. Cuando uno tiene una relación cercana con sus hijos, se logran cultivar valores y enseñar responsabilidad. Cosas que no las pueden enseñar ni las escuelas con 20 o 50 niños en una clase ni las niñeras, los tutores o clases de natación. Tampoco se enseñan trabajando más para darles más, sino con la relación cercana, no de amigos, de padre e hijos. Porque al final de cuentas, no se puede esperar lo que no enseñamos.
- Revisar lo que les enseño en términos de ¿Cómo le enseñé o le estoy enseñando a mis hijos a responsabilizarse por sus acciones, a no hacer cosas sin valorar las posibles consecuencias? Para que cuando se sienten inclinados por el placer, logren valorar si iniciar una vida sexual y no y el protegerse.
- Cuando viene la noticia, poder apoyar al hijo sin pensar tanto en uno mismo, en el que dirán de mí como padre, en lo que yo esperaba de mi hija, etc. que es, desafortunadamente, lo primero que surge. En vez de eso, pensar en el impacto que causa en los jóvenes, que es peor.
- Evitar castigar, condenar , humillar, sacar en cara, pero tampoco hacerse responsable de la crianza del nieto.
- Acompañar: El proceso, enseñar y acompañar en la crianza del nieto con respecto y amor.