En este mundo moderno, donde todos exigen nuestro tiempo y atención, a veces nos perdemos y empezamos a priorizar otras cosas que no son la pareja, como:
- Padres: así como ellos vivieron su vida y tomaron las decisiones que los llevaron donde están en este momento, así es el momento para que nosotros como hijos construyamos nuestro propio destino, familia, relación y vida.
- Hijos: La pareja es siempre el pilar que sostiene la familia. Si el pilar no está solido, eventualmente la familia se cae. Por eso es que la pareja debe ser siempre la prioridad.
- El trabajo: El ser un trabajador incansable e imparable es una “virtud” de nuestro tiempo que muchas veces nos hace ser negligentes con nuestra relación. Es especialmente peligroso porque es muy difícil reclamar tiempo ante el “pero si yo estoy trabajando” y como es una justificación «válida», tendemos a perdernos en el trabajo. Lograr desconectarnos del correo electrónico, limitar los momentos y lugares donde voy a contestar el teléfono y no permitir que las pláticas de trabajo sean las UNICAS que tenemos, es vital para mantener la relación saludable.
Y así con todo. Hay que darle a cada espacio, persona y aspecto de nuestra vida su justa medida, dimensionar su importancia y dependiendo de eso darle su tiempo y lugar.
Si mi pareja es mi prioridad #1, hay más probabilidades de que mi pareja sea la persona que esté a mi lado al final de mis días. Si es eso lo que queremos, una pareja “hasta que la muerte nos separe” no nos será tan difícil mantenernos enfocados.