Como mujer, una se siente rara al salir del país. Nicaragua es un país especial en cuando se trata de acoso callejero. Una mujer, de cualquier clase y aspecto, no puede caminar por la calle sola sin que alguien le diga algo. Lo mínimo un “adiooooossssss amoooooorrr”.
Estuve dando talleres de sexualidad a adolescentes de un colegio que trabaja con hijos de comerciantes del Mercado Oriental y me llamó muchísimo la atención una contradicción de la que yo nunca me había percatado.
Así como las mujeres no quieren ser tildadas de “fáciles”, los hombres no quieren ser percibidos como morbosos. Es mala reputación para un hombre, las mujeres se les corren si agarran esa fama. Sin embargo, no consideran que las miradas o palabras lascivas o sexuales dichas a una mujer sea morbosearla. Es decir, ni siquiera lo ven como algo malo, incorrecto o irrespetuoso. Más bien es algo natural, una llamada o mandato que les viene, casi como obligación por el hecho de ser hombres. Es decir, no se les ocurre que siquiera posible, mucho menos correcto, quedarse quieto cuando una mujer pasa. El límite está en tocarla. Tocarla ya es morboso. O por lo menos eso me explicaban.
Y no quiero decir por esto que el acoso es una cuestión de estatus sociales, porque no lo es. No sólo las personas que trabajan en el mercado acosas. Pero sí es mi vivencia personal que hay ciertos lugares y contextos donde los hombres se sienten con menos derecho a “enamorarme”, pero tal vez esa sólo es mi experiencia personal.
“Enamorar” es la palabra que se usa en Nicaragua para describir cualquier piropo, agradable o desagradable que un hombre le diga a una mujer. Aunque es una práctica, aparentemente poco efectiva, porque sólo uno de los chicos reportó que alguna vez alguna mujer reaccionó positivamente ante su piropo.
Yo nunca he visto eso, nunca he oído una mujer decirme que experimenta algo agradable cuando la “enamora” un cualquiera en la calle. Todo lo contrario. Creo que uno nunca se acostumbra al acoso sexual (porque así se llama eso que hacen). Esa incomodidad permanente, la tensión corporal constante al caminar sin saber cuando tu espacio y tu dignidad personal van a ser invadidos por un cualquiera es una de las peores cosas de vivir en Nicaragua.
La Gaby Baca lo dice más bonito que yo. Les dejo el video