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Relaciones de pareja

Dar otra oportunidad a mi relación (parte 2)

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Dicen que “todo mundo merece una segunda oportunidad”.  En el caso de las relaciones, hay un gran DEPENDE a esa regla. Algunos de los factores personales a tomar en cuenta antes de decidir intentarlo de nuevo incluyen:

No puedo perdonar de verdad: en este sentido, cada una debe estar clara de sus límites personales. A veces, cosas pasan que, con el tiempo y bastante fuerza de voluntad, podemos sanar. Otras veces, por diferentes razones (generalmente intenso enojo) no nos consideramos capaces de hacer el esfuerzo necesario para poder perdonar. En este caso, lo mejor es aceptarlo y seguir adelante separados. Si nos quedamos juntos, entramos en un círculo sin fin de resentimientos, venganzas y desquites.

Estoy anclada en el juego de la víctima y el victimario: la víctima yo (por supuesto) y el victimario el otro.  Este juego sólo funciona y termina en felicidad en las novelas. En la vida real, nadie es exclusivamente bueno e inocente y nadie es exclusivamente malvado y perverso. Este es un juego perverso, porque nadie sale ganando y no nos permite tomar responsabilidad por las opciones de vida que tomamos en cada momento. Si yo estoy en una situación que me victimiza, y soy una adulta, yo me he puesto ahí. Si además esa situación se eterniza, es porque yo he decidido quedarme ahí. Y si eso es así, entonces no puedo quejarme. O me salgo o aprendo a ser feliz ahí, donde yo elijo estar.

No puedo aceptar  a mi pareja a como es: Por tanto, estoy todo el tiempo en una lucha sin tregua por cambiarlo. Una lucha sin tregua, pero perdida desde el comienzo, porque uno no puede cambiar a la gente.  Y aunque se pueda, resulta egoísta e incorrecto intentar hacerlo. Si hay 3 mil millones de potenciales parejas en el mundo (literalmente) y no me gusta este, entonces ¿por qué no nos evito el sufrimiento, los pleitos, la frustración y la insatisfacción a todos y me busco uno que sí me guste?

No puedo comprometerme a hacer cambios yo: Porque estoy desproporcionadamente enfocada en lo que la otra persona cambia, no cambia, hace o deja de hacer. Y basando mis reacciones y mi felicidad en ello. Si voy a dar una segunda oportunidad, no puede ser desde el lugar donde solamente el otro tiene que hacer y yo sólo recibo. Implica también un compromiso de mi parte para estar más contenta. Si ya me siento cansada, estoy desanimada o no dispuesta a hacer el esfuerzo de manera constante y consciente, entonces no va a funcionar.

Estoy list@ para asumir lo que implica de mí dar una segunda oportunidad...

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Por Ana Salgado

Psicóloga clínica especialista en terapia sexual y de parejas formada en la prestigiosa Universidad de Barcelona.
Divide su tiempo entre su práctica clínica, conferencias y su labor como columnista y bloguera.
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