A pesar de que somos seres sexuales desde siempre, la sexualidad y sus expresiones, es un aspecto de nuestra vida que vamos construyendo desde pequeños y que, con el tiempo, vamos aprendiendo a administrar.
Con las influencias, eventos y decisiones que tomamos a lo largo de nuestra vida, van construyendo nuestra sexualidad. A veces, esa sexualidad no es sana y resulta una fuente de sufirmiento y daño para mí misma y para otras. Al contrario, cuando construimos una sexualidad saludable, esta es una fuente de bienestar general para nosotros y los que nos rodean.
Construir una sexualidad saludable empieza por mí e implica:
- Conocer mis necesidades y deseos y saber expresarlos: Esto es generalmente más fácil con cualquier tema que con la sexualidad, especialmente por el montón de prejuicios, orgullos inútiles y creencias que tenemos con respecto a la sexualidad que nos impiden reconocernos (¿Tengo o no tengo ganas? ¿Tengo o no tengo ganas con fulano o con fulana? ¿Ganas de qué?) y poder pedir lo que deseo abiertamente (“Deseo un abrazo”, “Deseo tu lejanía”). Si no logramos hacer esto, estamos esperando que otra persona adivine nuestros deseos y los satisfaga.
- Poder satisfacerlos: No bien nos emparejamos, empezamos a vivir bajo la idea que la otra persona es la encargada de satisfacer nuestros deseos sexuales, ya no son mi responsabilidad. De esta creencia, viene el que nos molestemos si nuestra pareja no desea lo mismo y/o al mismo tiempo que nosotros y nos dice NO a algo. Nos sentimos molestos, amenazamos, manipulamos, nos sentimos ofendidos, no queridos, dolidos, hasta humillados.
- Cuidar mi cuerpo, mente y emociones: Cuidar mi cuerpo es lo más básico, a veces ni eso hacemos. Es cuidar lo que como, bañarme, ir a médico cuando me enfermo, prevenir enfermedades. En el caso específico de la sexualidad implica la administración de mi cuerpo, ¿con quien lo comparto? Y con quien no? Cómo hago para protegerme de lo que no quiere que me pase (embarazo, enfermedad?
El cuidado de la mente se refiere a todo lo que pienso. Paso pensando en el individuo que sólo me usa para sexo? Paso pensando en lo que hace la otra persona? Paso pensando en lo que piensan los demás? Cómo me hacen sentir los pensamientos que alimento? Que acciones promueven estos pensamientos? Emociones y acciones beneficiosas para mí o no tanto?
- Responsabilizarme por el resultado de mis acciones en mi vida y en la de otros: Todo, absolutamente todo lo que hacemos, pequeño, grande o mediano, tiene un efecto en otras personas, en algunas más, en algunas menos. Mientras más cercanos, más afecta. Al que más afectan mis acciones es, obviamente, a mí mismo. Ahora bien, cada quien es responsable de las consecuencias de sus actos en la propia vida, pero además, por vivir en sociedad, necesitamos considerar y responsabilizarnos por las consecuencias de nuestras acciones en la vida de otras personas. A veces minimizamos este impacto, por comodidad.
- Mantenerme coherencia entre lo que digo que quiero y lo que hago: Si yo digo que no quiero embarazar ni embarazarme tengo que hacer algo para que eso no pase. Si yo ando jugando la ruleta rusa con mi sexualidad teniendo sexo sin protegerme ni planificar, entonces lo que quiero es otra cosa. Las intenciones como explicaba, necesitan estar conscientes para después ni andar llorando ni quejándonos ni echando culpas a otros de los resultados que obtenemos producto de nuestras acciones.
Para esto necesito
- Conectarme con mi cuerpo: Respirando, practicar no andarlo solo como llavero, como cosa que tengo que limpiar, vestir y que sirve para otros.
- Ponerle nombre a lo que siento: Practicar ser más específico al referirnos a nuestros sentimientos. Tenemos la mala costumbre de decir “me siento bien o mal” y el bien y el mal no es un sentimiento. Esforzarnos en reconocer lo que siento más específicamente. En el caso de la sexualidad es “tengo ganas”, esas ganas con alguien o con cualquiera? Si es con cualquiera, puede ser conmigo misma?
- Vigilar mi mente: Estar pendiente de lo que pienso, de para donde va mi mente en todo momento. Lo que pienso es la base de lo que digo y lo que hago.
- Concientizar mis intenciones: Poner en palabras el resultado que busco, aceptar lo que quiero y lo que soy capaz de hacer.
- Aprender a administrar mi sexualidad: No solo el sexo, sino, como vemos mi “estar en el mundo” y mi relación con los demás.
- Identificar la relación entre mis acciones y la vida que tengo: Uno necesita subir una miserable libra al año para terminar hecha una gorda. En 10 años, uno tiene 10 libras más. 50 años después, 50 libras más. Son las pequeñas cosas las que hacen la diferencia en la vida que tengo. Si mi vida es un infierno, no todo tiene que ver con los demás, yo también contribuyo con mis pensamientos, palabras y acciones para que así sea y necesito tomar mi parte de la responsabilidad.
- Dejar de seguir cada sensación agradable: No tengo que ir detrás de todo lo rico o lo que me gusta. Quien hace eso, destruye su futuro. Es como caminar viendo para el piso.
- Reconocer a mi sexualidad como una fuente de bienestar : Buen administrada, la sexualidad, es decir, mi estar en el mundo, mi relacionarme con los demás puede ser fuente de bienestar (estar bien) y placer.
- Asumir, con responsabilidad, las consecuencias de las acciones que realizo sin consciencia o sin pensar: Si actué como animalito, sin pensar, igual vienen las consecuencias. Si actúo sin consciencia de las intenciones, igual vienen los resultados y necesito abrazarlos, sin quejarme, porque son mi creación.