El VIH está innegablemente ligado a la sexualidad. En nuestro país, tanto como el 94% de las infecciones se dan por contacto sexual. Por tanto, uno de los aspectos de la vida que más se ven afectados a raíz de la infección es la sexualidad. El diagnóstico cambia lo que pensamos de nosotros mismos como seres sexuales. Empezamos a cuestionar e incluso rechazar lo que hemos hecho y/o sentido hasta ahora.
Adicionalmente, socialmente el VIH está cargado de valores simbólicos negativos que se asocian a las personas con un diagnóstico VIH+, a su sexualidad, hábitos, etc. Estos valores, si están reforzados por los mensajes negativos que hemos recibido en el seno familiar acerca de la sexualidad, pueden ser asimilados por la persona como verdaderos o más aún, como propios. Algunos de estos mensajes son:
- El VIH es una consecuencia moral de nuestra forma de ser o de nuestra forma de practicar sexo: Cualquiera puede contraer el VIH. Lo que nos ha ocurrido es una infección, no un castigo.
Muchas enfermedades son consecuencia directa de las acciones que realizamos, por ejemplo, el cáncer de pulmón es en su mayoría causado porque la persona ha tomado la decisión de fumar, pero la sexualidad posee un estigma diferente a nivel colectivo.
- Implica la prohibición de amar o ser amado, desear o ser deseado, buscar y tener placer sexual: La vida sexual puede y debería adaptarse a la nueva realidad. Es importante abrirse a reaprender a amar el propio cuerpo, a sentirse como personas que podemos ser sujeto y objeto de deseo. Es un importante trabajo de aceptación de nosotros mismos dentro de estas nuevas circunstancias. Como cualquier otro enfermo crónico, aceptar, adaptarse y continuar la vida.
Estos mensajes, puede producir los siguientes sentimientos en las personas que los reciben:
- Yo, como ser sexual, soy un peligro para otros: El riesgo de infectar a otros es real, pero existen formas sumamente eficientes de prevenir esto. En este sentido, debe haber una conscientización sobre el sexo seguro.
Esta concientización no solo implica tener conocimientos sobre cómo protegerse a uno mismo y a los demás, sino además como evitar desarrollar una actitud de sobreprotección para no contraer otra ITS u otra variante distinta del VIH (lo que entendemos por reinfección o sobreinfección).
En ocasiones esta actitud sobrepasa los límites de lo saludable y puede causar muchos problemas con los demás en nuestras relaciones sexuales. En estos casos, aunque el sexo que practique sea muy seguro, la idea del peligro está ahí y es difícil olvidarla. Si estas ideas negativas llegan a arraigarse mucho es probable que tengamos dificultades a la hora de tener relaciones sexuales. En este caso, buscar ayuda profesional puede ayudarte a rencontrar el balance entre la responsabilidad y el placer.
- Aparición de actitudes negativas hacia el sexo o nuestra propia sexualidad: Esto es especialmente para personas LGTB (lesbianas, gays, transexuales, bisexuales) y las que se consideran promiscuas por la carga extra que tiene sus prácticas sexuales a nivel social y de creencia. Pero en todos los casos, es posible vivir el de forma negativa porque piensas que te ha enfermado. Es común sentir enojo hacia el tipo de sexo que has practicado o hacia las personas con quienes lo has tenido. Esto puede llevar a desarrollar deseos de venganza o a pensar “¿por qué tuvo que pasarme a mí y no a otro?
- Pérdida de la intimidad sexual en la relación: Para muchos, la intimidad y cercanía “real” sólo se consiguen cuando uno de los dos está dentro del otro durante la penetración o cuando uno recibe el semen del otro dentro de su cuerpo. Para algunos, los pocos milímetros de látex del condón suponen una barrera inaceptable.
Ante éste panorama, ¿qué podemos hacer?
- Aceptación de mi sexualidad en un nuevo contexto: El VIH, aunque ya no es una sentencia de muerte, si es una enfermedad crónica que nos impone una transformación de nuestro estilo de vida para siempre.
El sufrimiento ante la pérdida de la condición anterior al diagnóstico se aminora mientras antes se logre la aceptación de la enfermedad y todo lo que ella implica, sin resistirnos, cuestionar demasiado, quejarnos o sentirnos castigados.
- Cambio de creencias: especialmente las referentes al uso del condón. Necesito hacer una revisión honesta sobre mis creencias relativas a la sexualidad (es decir, ¿qué es lo que hago?) para en mi nueva realidad, decidir lo que he de mantener, lo que he de eliminar y lo nuevo que he de integrar para tener una sexualidad segura, responsable para conmigo y los demás, y saludable. Para empezar a vivir esta nueva creencia, es necesario también el ¿cómo he de integrar esto nuevo?
- Construcción de una nueva sexualidad: Mientras no conscientice mis creencias e intenciones, no puedo modificar lo que hago con mi sexualidad. Esto hace que los cambios que me tocan hacer me vayan costando.
Conscientizar, que es un proceso diferente al sencillamente pensar, es verdaderamente integrar una nueva manera de ver las cosas. Esto no se logra a la primera, se va cambiando poco a poco, mientras se reflexiona al respecto.
Una vez yo logro conscientizar, puedo modificar la creencia y eso modifica la emoción y finalmente, la práctica, sin aferrarme al esquema o creencia que tengo de sexualidad para evitar sentirme sacrificado, discriminado, limitado o raro porque no hago cosas que otros hacen (tener sexo sin protección). Es necesario, entonces, crear un nuevo esquema, una nueva manera de expresarla.
2 respuestas a «VIH/SIDA: Viviendo mi sexualidad después del diagnóstico»
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