Una de las distinciones que más ayudan a las personas a lidiar con los pleitos, especialmente con los maratónicos en los que no logramos ponernos de acuerdo, incluso después de meses de “pláticas” (alias, quererte convencer de que yo tengo la razón), es la diferencia entre “darte la razón” y “hacer las paces con vos”.
El hacer las paces sirve para reafirmar nuestro amor y compromiso a pesar del desacuerdo que tenemos. Es como decir “no estoy de acuerdo, estoy molest@ con vos, pero te quiero y quiero que dejemos de pelear en este momento”. Es como un cese al fuego. Un espacio para enfriarnos, repensar las posiciones, limpiarnos las heridas y retomar la “plática” un poco más tranquilos.
Yo sé que esto suena trillado, pero es verdaderamente desaconsejable irse a dormir peleados. Una vez lo hacemos una vez, de pronto nos acostumbramos a pelear por días, incluso semanas. Y entonces, ¿Qué punto tiene estar en una relación si estamos desperdiciando los limitados días que tenemos para estar juntos?
Hacer las paces no implica que vayamos a dejar sin resolver el asunto. Es importante no caer en la tendencia de mantener una vida superficialmente tranquila, aunque plagada de resentimientos y problemas que explotan regularmente. Es importante resolver los problemas de raíz, pero en sesiones de trabajo constructivas, controladas. Hacer las paces entre sesión y sesión ayuda a mantener el proceso caminando de la mejor manera posible.