El cáncer de las relaciones son los resentimientos, enojos a los que nos aferramos, que no dejamos ir. Los resentimientos sirven para acumular “facturas por pagar” y se obtienen de varias maneras, las más comunes incluyen:
- Por lo que me has dicho que me ha lastimado
- Por lo que has hecho que me ha hecho sentir mal
- Por lo mal que me has pagado después de todo lo que yo he hecho por vos
- Por las expectativas (mías) que no llenaste y la consecuente desilusión que me has causado.
Es cierto que las “facturas por pagar” tienen algunos beneficios inmediatos. Son, por ejemplo, comodín para ganar peleas o excusa para tratar mal a la otra persona. Sin embargo, a largo plazo no sirven para nada. Son INÚTILES, porque los dolores y mal sabores de la vida no hay nadie que nos los pueda pagar. Los momentos duros no hay quien nos los regrese. Lo hecho, hecho está y el pasado, hay que dejarlo en el pasado.
Algo que ayuda mucho a dejar cada cosa en su lugar, es el replantear desde qué punto de vista estoy viviendo yo lo que pasó o lo que dijiste. ¿Lo estoy viviendo desde el punto de vista de una víctima? Entonces obviamente voy a sentirme indefensa, vulnerable y en una búsqueda insaciable de “justicia”.
En cambio, si lo vivo desde el punto de vista de una sobreviviente, tomo lo que ha pasado, agradezco a la vida lo que está tratando de enseñarme y aprendo lo que tengo que aprender. También puedo optar por no aprender, pero entonces la vida me volverá a enfrentar con la misma circunstancia, hasta que algo en mí cambie.