Decidirnos a establecer una relación comprometida y estable siempre da un poco de aprehensión. Y debería darlo, al final de cuentas es una decisión con grandes posibilidades de cambiarnos la vida. Si estás por tomar “el gran paso” y todavía no estás segura si él es el indicado, éstos son algunos de los criterios más importantes a tomar en cuenta.
El matrimonio no implica una metamorfosis: Existe hasta cierto punto la fantasía de que con el matrimonio las cosas serán distintas, para mejor, y este no es el caso. En términos generales, el noviazgo es la mejor etapa de una relación. Así que si tu novio no termina de gustarte del todo, no esperés que las cosas cambien después del matrimonio.Si él sale más de lo que te gustaría, él va a seguir saliendo; si te es infiel, te seguirá siendo infiel y si es demasiado celoso, hacete a la idea que siempre será así. El matrimonio no cambia las personas que somos, ni debería hacerlo. Además, es injusto casarnos con alguien esperando que se vuelva alguien distinto o que alguien se case con vos y después te presione para que seas alguien que no sos y nunca has sido.
Sus defectos deben serte tolerables: Las características que nos gustan son las que nos unen. Sin embargo, con el tiempo todas estas cosas se empiezan a dar por sentado, se vuelven esperables, rutinarias y hasta el más lindo ramo de flores se vuelve con el tiempo “otro ramo más”. Desafortunadamente con las quejas no nos sucede lo mismo. A las quejas nos aferramos y a medida que nos damos cuenta que nunca cambiaron, nos molestan cada vez más. Por eso tenés que estar clara de sus defectos, hacer un examen realista de tu pareja y si tiene algún defecto con el que no podrías vivir, entonces te toca aceptar que lo amás, pero no podés vivir con él. Comparten valores: Según las estadísticas, las parejas se pelean primordialmente por dos temas: dinero e hijos. Ambos temas reflejan como ningún otro los valores de los miembros de la pareja y las personas están dispuestas a ceder en muchos aspectos menos en sus valores, porque al fin y al cabo son nuestros valores los que nos hacen quienes somos. Una vida juntos requiere ponerse de acuerdo en demasiados temas que afectan las vidas de ambos a corto y largo plazos. Sin valores en común, ponerse de acuerdo en todos estos temas es casi imposible. Así que chequeá sus valores y contrastalos con los tuyos y, si no existen muchas coincidencias, mala señal. Vos y yo contra el mundo: Es decir, que son un buen equipo. Los miembros de los buenos equipos se conocen, se aceptan, se escuchan, se respetan las opiniones, se ponen de acuerdo en todo (incluido en estar en desacuerdo), se apoyan y promueven las habilidades y cualidades naturales de cada individuo dentro del equipo. Ojo, ser un equipo no es lo mismo a “tú y yo somos uno mismo”. Un buen equipo siempre fomenta la individualidad y la privacidad de sus miembros, sin dejar de ser un equipo. Si tienen la tendencia a decir “vos hacé lo que querrás y yo hago lo que quiera”, les será muy difícil enfrentar la vida marital, y todo lo que implica, juntos. Las personas que te quieren lo aprueban: No estoy diciendo que tengás que casarte con el hombre que a tu mama o a tu papá les guste, pero el hecho que ni tus amigos ni tus familiares les parezca una buena persona para compartir tu vida debe ponerte al menos en alerta, porque a veces es cierto que el amor, ciega.