Pocas concepciones son tan abominables como la de “renovar la llama de la pasión” de la que TODOS los medios hablan por estas fechas del amor y de la amistad.
Cada vez que un periodista me hace la misma pregunta trillada de todos los años “¿Qué se puede hacer este 14 de febrero para renovar la llama de pasión?” pienso lo mismo: NADA. No lo digo tan tajantemente para no botarle el reportaje, pero la verdad es que el 14 de febrero no es un día de metamorfosis, no por ser un “día especial” vamos a ser personas distintas. En realidad, resulta más realista (valga la redundancia) esperar que este día refleje la situación actual de nuestra relación. Así, si tenemos una buena relación, amorosa, con una vida sexual plena en la que, en el día a día, disfrutamos de nuestra compañía y de las cosas que hacemos juntos, seguramente este día disfrutaremos de una velada amena en compañía mutua, haciendo cosas que nos gustan a ambos, nos sentiremos amados y si nace disfrutaremos de otra sesión de buen sexo, con algún toque extra seguramente, para cuidarnos de no caer en la rutina. Si por el contrario, no podemos intercambiar dos palabras sin pelearnos, seguramente regresaremos temprano a casa y peleados después de haber osado intercambiar más de las dos palabras reglamentarias. Y así cada quien. Lo “bueno” y lo “malo” se magnifican, especialmente por la presión de tener que celebrar “el evento”.
Una cosa si es segura: Las relaciones no se construyen ni se destruyen por los grandes eventos ni las grandes catástrofes. Ya lo dicen las estadísticas, una pareja es capaz de sobrevivir a los más terribles desastres pero no a un proceso de pequeñas destrucciones cotidianas. Asimismo, la relación se construye día a día, es un trabajo “de hormiguita”, constante y arduo, un proyecto de vida que requiere comunicación, voluntad, cuidado, esfuerzo y la madurez y convicción suficiente como para poner a “la pareja” por encima de los individuos. Es decir, no es fácil.
El 14 de febrero no hace nada mágico por renovar o reparar la relación, pero SI puede ser una ocasión para tomar en cuenta el crudo “diagnóstico” que nos presenta de nuestra relación. ¿Estamos bien?, ¿Estamos mal?, ¿Qué no queremos cambiar?, ¿En qué debemos trabajar?, ¿Cómo hacemos para estar mejor? Y que este pueda ser el punto de partida para una renovación integral de la relación. Si trabajamos con constancia, tal vez el próximo año, pasaremos un “14” mejor.
Una respuesta a «Renovando la llama de la pasión»
Jajaja que buena descripción la que haces respecto a las parejas que regresan frustrados por osar a hablar mas de dos palabras en un intento reiterado y fallido por mejorar las cosas…