«…ya estando él en mi y yo en él, toda alta expectativa callo, supuse un dolor insoportable o ardor, pero no desde el primer momento fue agradable, debo confesar que esperaba un poco mas, no se si adrenalina o una pasión efímera pero desbordante, en realidad todo fue tan normal que mi sonrisa era entre sincera y dibujada.»
Hola, soy una joven de 19 años.desde muy pequeña he tenido una gran afinidad con lo sexual, supongo que por genética solemos tener ciertas tendencias. en general me considero heterosexual, aun no he tenido experiencias que evidencien lo contrario. en principio dudaba de mi tendencia sexual, ya que, los primeros tan famosos sueños húmedos en la pubertad involucraban escenas muy gráficas con personajes «asexuados» con respecto a sus genitales o en ocasiones hermafroditas, cada escena rosaba la locura y la desmesura de múltiples poses, orgías con siluetas irreconocibles, mujeres famosas como Rihanna o hombres griegos con genitales femeninos. después de haber superado la etapa de calenturas de adolescencia, pase a mis primeras experiencias sexuales, la pasaba tan bien que el coito no era lo primordial, lo deseaba con las fuerzas de mi instinto, pero mi mente se saciaba de las caricias y el rose, de la masturbación compartida y las miradas cargadas de travesura. hasta que cumplí los 16 años me conserve virgen, un día decidí con mi pareja de adolescencia pasar al siguiente nivel, llevar todas las primeras experiencias a un segundo plano y apoderarnos de lo que por naturaleza humana era nuestro, el placer de sentirse completamente uno del otro, conectarnos y marcar nuestra historia de por vida. esa experiencia fue bastante normal, muy de adolescentes, estábamos en la casa de él, sus padres en la otra habitación, no teníamos dinero para pagar algo exclusivo, así que procedimos, el me preguntaba con frecuencia si estaba segura, mi respuesta cada vez mas desesperada por la sed de la experiencia le contestaba que por supuesto (en ese entonces, no me imaginaba esa situación con ninguna otra persona). ya estando él en mi y yo en él, toda alta expectativa callo, supuse un dolor insoportable o ardor, pero no desde el primer momento fue agradable, debo confesar que esperaba un poco mas, no se si adrenalina o una pasión efímera pero desbordante, en realidad todo fue tan normal que mi sonrisa era entre sincera y dibujada. Mi sed quedo insatisfecha y mi pasión por la masturbación creció, lo hacia casi a diario, una o dos veces, supongo que era o es algo de la juventud. lo mas curioso, es que, cuando empece a tener otras parejas sexuales, y las experiencias incrementaban, al igual que los encuentros, nadie saciaba esa sed, por mas que disfrutaba los encuentros no llegaba al clímax, no experimentaba un exorbitante orgasmo. Mientras conocía a fondo una vida de sexo sin amor y sin el gusto de un candente encuentro, conocí a mi pareja actual, los dos somos jóvenes, no tenemos una relación tradicional, pero la disfrutamos tanto como podemos. cada encuentro es una maravilla y todo gracias a la comunicación y la empatía que generamos el uno con el otro. para ser sinceros la base de una buena relación y un encuentro satisfactorio es, aparte de la química generada en la primicia visual y social, una sinceridad, poder sin tapujo, contarle a la otra persona lo que le gusta y lo que le disgusta, lo que le gustaría hacer, lo que como persona no comparte, lo que se espera de la relación o de cada encuentro sexual. Espero que les agrade mi historia y supongo que varias personas se sentirán identificadas con respecto a sus primeras experiencias